Los
jóvenes somos velas andantes, ardemos con intensidad sin darnos
cuenta del palo que nos acabará por llegar. En mi caso fue el
corazón, falló mucho antes de lo que debería. Mi padre dice que
fue por latir con demasiada fuerza, tuvo gracia la primera vez que lo
dijo. Eso cambió mi perspectiva del mundo. Y aunque fue una época
complicada, ya hace un año que sentí mi primer nuevo latido. Lo más
curioso no es el reinicio de mi cronómetro, sino que el corazón no
venía solo.
Nunca
tuve una memoria prodigiosa pero cuando algo te marca es difícil de
olvidar, al menos durante un tiempo razonable. Y pronto entenderéis
el porque esto me ha marcado. Y cuando digo ´´esto´´ no me
refiero al trasplante, el cual tuvo un significado importante en mi
vida, sino lo que trajo consigo. Esa noche salí con mi familia a
cenar y celebrar el año. Cuando me acosté era feliz, sin más. Y
comenzó el primer sueño. Mi tamaño había cambiado por el de un
niño pequeño, y el control de todo lo tenía él. Iba de la mano de
su padre. Estaban entrando en un videoclub y en cuanto escuchó que
podía elegir la película, salió por patas a buscarla. Estuvo
bastante tiempo mirando las caratulas y haciendo que leía el
argumento, mientras solo mirabas las imágenes. Hasta que encontró
la elegida: Pedro y el dragón Elliot. Y con la misma suerte que en
una película, otra persona la encontró al mismo tiempo, con la
diferencia obvia de que ellos no tenían más de diez años. Tras
algunas quejas y dos padres negociando, decidieron que Daniel se la
llevaría y la tarde siguiente Julia iría verla a su casa. Después
de verla dos veces acabaron jugando, a él le toco ser Pedro y a ella
el gran dragón. Esa noche durmió genial y no por estar cansado.
De esta
misma manera se lo conté a Jorge cuando vino a verme, el capullo se
río de mí diciendo que mi mente había creado una comedia romántica
con niños. La verdad es que me hizo gracia. El resto de la tarde me
ayudó con mis dibujos, más bien lo use de monigote para las
posturas que no lograba dibujar. Quiero vivir de ello, de mis
dibujos. Se que muy pocos logran hacerlo, pero también se que lo
haré. Cuando se lo confié a mi familia pensaron que eran las
tonterías de una veinteañera, ahora me toman en serio y aunque no
estoy segura del porque, me conformo con eso. Mi monigote viene a
verme a menudo y se lo agradezco. Paso mucho tiempo en casa, mis
padres creen que debo tomarme las cosas con calma y mientras
aprovecho para dibujar. Pero a veces me saturo y tener un vaciador de
mierdas es bueno. A todos nos gusta tener a alguien con quien contar,
que no esté por sangre si no por propia elección.
Soñé
muchas noches más con Daniel y en cada una de ellas aparecía la
niña. Hubo una que me marcó especialmente. Habían cogido la
costumbre de jugar a imitar películas, aunque siempre terminaban por
inventarse el argumento. Una tarde estaban recreando una película
que ni ellos conocían, cuando Julia se fue del guión el forma de
beso. Fue un beso inocente del que ambos se rieron y en el que se
vieron de verdad. Tras el solo cambió una cosa, ya no se miraban del
mismo modo y querían verse más a menudo. Por lo que la mudanza de
la niña fue más dolorosa. Los adultos la entendieron, su madre
falleció y se cambiaban de ciudad para que su tía ayudase al padre.
Pero para Julia no entendía que estaba pasando y el niño menos
todavía. Esa noche no descansé bien.
Cuando
estás mal es el mejor momento de conocer a tu entorno, no por ver
quien te apoya, sino quien lo nota sin que lo digas. Como
comprenderéis el sueño me dejó bastante mal. No es solo que viera
algo triste, lo vi todo desde el punto del niño, sentí lo mismo que
él. ¿Adivináis quién lo notó? Sí, fue Jorge. Era sencillo de
saber, tampoco os creáis unos grandes detectives o algo así. Y
antes de que os lancéis diciendo que estamos juntos, ya me lo pidió
en el pasado y lo rechace. No sabría bien explicar el motivo, solo
lo hice. Por supuesto el siguió a mi lado, era cierto que le importo
y ese día volvió a demostrarlo. Al poco de llegar se marcho y media
hora después volvió cargado con mis dulces favoritos. Pasamos la
tarde hablando y terminamos el el tema del futuro. ¿Qué haríamos?
El lo tiene claro, ser rico. Ya sea por los libros que quiere hacer,
o por que se case conmigo y yo sea la rica. Siempre gasta esa broma,
no importa cuanto le diga que pierde la gracia. Y me di cuenta de una
clave, sabe que quiere escribir pero yo no sé que quiero dibujar.
Puedo trabajar para una empresa y dibujar lo que me manden, pero
tampoco quiero eso. Supongo que ya descubriré mi historia.
El
tiempo pasa diferente en el subconsciente y una noche puede hacerse
muy larga. Tras la despedida seguí soñando desde el interior de
Daniel, con la diferencia de que ahora era un hombre de unos
cincuenta años. Resulta que el sí es escritor aunque no de novelas
si no de artículos. El de esos momentos era uno sobre los mejores
restaurantes de algún sitio bonito y cutre. Se lo toma con mucha
seriedad, sabe que la revista le paga mejor así. Lo que no esperaba
era que al terminar escuchase de nuevo aquella risa, y que al decir
al aire Julia, una mujer se diera la vuelta. Ella tardo un poco más
pero terminó por darse cuenta también. Luego vino un momento de
dudas que duró poco y las palabras brotaron a borbotones, hasta que
tuvieron que callarse para volver a empezar. No estuvieron mucho
tiempo, aunque casi fue una hora. Ninguno de los dos sabía como
actuar, pero imposible no sentir la emoción. Fue ella la que propuso
que se vieran de nuevo un día, el dijo de cenar al siguiente y todo
fue decidido.
Llegó a
su casa diez minutos antes y se los pasó frente al portal sin
timbrar, esperando que llegase la hora y de paso se relajaba un
tanto. Cuando lo hizo una voz le dijo que subiera y ni lo dudó,
peinándose de nuevo en el ascensor. Cuando llegó arriba los planes
cambiaron. Ella no se encontraba bien y no podría salir a cenar con
él. Cuanto joden las decepciones. Ambos se excusaron y repitieron
que no importaba, que se verían otro día. Que manía tiene todo el
mundo de mentir tanto. Suerte que Daniel es un cabezota y se presentó
de nuevo a la media hora, con la comida. Julia volvió a reír y
comieron juntos. Vieron películas mientras hablaban, mientras las
películas les veían a ellos. Había cambiado su aspecto y su mente
pero algo seguía ahí. Ni yo estando dentro se como llamarle, pero
estaba ahí. Estaban felices.
Mis
dibujos empezaron a mejorar. No conseguí que mi técnica fuera
mejor, solo tenía ganas de dibujar. Fue una buena temporada, parece
que el ánimo de mi casa está unido al mío de algún modo. Tenía
más ganas de salir y fuimos a ver paisajes, los cuales recuerdo para
usar en el futuro. Sin duda una temporada magnífica. Para los dos
mundos.
Y entre
tanta felicidad Daniel tuvo una idea. Decir la verdad, decir las
palabras que de pequeño no entendía y que ahora sentía de nuevo.
Para ello la llamó y quedaron en verse. Habían hablado antes de
visitar un lugar que él conocía bien y que ella quería
fotografiar. Y es era el día, además un lugar con tanta magia era
perfecto para declararse. Se puso lo guapo que pudo sin llegar a ser
ridículo y se subió al coche. Iba tan nervioso que le sudaban las
manos y al mismo tiempo tan emocionado. Si hasta tenía que
contenerse para no bailar con la radio y no le gusta bailar. Tal vez
si fuera más atento habría visto como el otro coche se desviaba. No
lo hizo. Está claro lo que sucedió así que prefiero no decirlo.
Esa noche solo pude llorar.
La
temporada mágica se terminó. Y de algún modo terminé viviendo
como hace un año, como si todo estuviera apagándose. Preocupe a
todo el mundo y lo siento. Pero ¿Qué podía hacer? Nadie entendería
porque me siento así, nadie iba a creerme. Y el estúpido de Jorge
vino a verme, otra vez. Yo seguí tan apática ante sus historias
como las veces anteriores. Para mi sorpresa explotó, nunca lo vi
así. No estaba cabreado conmigo, en realidad solo tenía miedo. No
sabía que me estaba pasando y era lo único que quería entender. Y
por algún motivo se lo conté, ya conocía el primer sueño así que
solo tuve que continuar. Con cada historia su cara cambiaba y yo
sentía más ganas de gritar. Porque sabía como era el final y no
como reaccionar ante el de nuevo. Me rompí. No dijo nada mientras
lloré solo me abrazó. Cuando logré recomponerme solo me dijo una
cosa ´´ya sabes que tienes que dibujar´´. Ya se porque le quiero
a mi lado, es un estúpido.
Diego Alonso R.
BUENO MUY BUENO .. HASTA SENTI EMOCIÓN.
ResponderEliminarGracias Godofredo, siempre alegra saberlo.
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